Nessie vuelve a dejarse ver…
Pablo, ABRIL 7 2014 para ASN/nOISE
De año en año y desde 1925, la excepción confirma la regla, Nessie asoma su largo cuello en el lago escocés. De modo similar nuestra fantasmagórica autopista ribereña se deja ver desde 1976 emergiendo desde el viejo arcón de la megalomanía y el deseo faraónico.
Una obra indispensable cuya realización, compleja pero posible en los 80, se torna cada vez más improbable por la falta de políticas de estado consensuadas a largo plazo entre Ciudad y Nación, por las decisiones “urbanísticas” aisladas y tomadas por fuera de un plan estratégico y de conjunto que implique la dinámica urbana en toda su complejidad.
La discusión sobre la vieja AU2 del proyecto del 76 creció en democracia a partir de los 80, atravesó una larga licitación a partir de 2006 con una traza consensuada en túnel entre las avenidas Huergo-Madero y Alicia Moreau de Justo, se demoró en un fallo ambiguo de 2008 y reaparece hoy repentinamente. Se decidió hacerla en trinchera, se decidió hacerla a nivel, se decidió hacerla sobre nivel, se decidió hacerla en túnel, Y no se hizo.
Se fijaron y evaluaron una y mil trazas entre las cuales la propuesta bajo los diques, no por casualidad llamada “autopista invisible” surge en estos días como un proyecto avalado por ambas jurisdicciones bajo un manto de incertidumbres.
Así como en su momento era razonable, posible y adecuada la urbanización de la la Villa 31 Bis para ejecutar la traza entonces elegida, hoy este proyecto complejo técnica, urbana y financieramente, se encuentra, en su reiterada novedad, con una acumulación de nuevos obstáculos producto de la imprevisión e improvisación de las últimas décadas: la autopista no debe ser una obra aislada y desconectada, como señalara Andrés Borthagaray, del análisis de alternativas ferroviarias, conexiones fluviales, centros de transferencia de cargas y otras posibilidades para el ordenamiento y la conectividad, fundamentales para definir su dimensión, ubicación y pertinencia.
Durante los últimos 30 años hemos hablado sobre qué hacer, sin hacer, con la Villa 31 y 31 Bis permitiendo que el aumento de su magnitud cambie cualitativamente la raíz del problema. Del mismo modo, en estas tres décadas, hemos debatido sobre la autopista ribereña mientras el tránsito vehicular, de cargas, el movimiento portuario, el área central, los nuevos desarrollos urbanísticos modificaban los parámetros de la cuestión.
Es hoy razonable seguir pensando en la misma solución que fuera aprobada por el Gobierno Nacional en 1999 y revocada en 2000? Ojalá podamos ésta vez construir colectivamente una propuesta que contemple y de respuesta a las nuevas variables y a las dimensiones crecientes de los diversos flujos. Ojalá…
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